Vamos por los tres meses de haber cambiado nuestro ritmo de vida y nos damos cuenta de que entre el pronóstico a la realidad hay diferencias siempre; sobre todo en circunstancias con rumbo incierto. En un mar agitado de información, es fácil ahogarse. Inevitablemente, hemos perdido perspectiva de muchas cosas los que hemos vivido en algún grado de confinamiento, pero se gana visión de otras al reflexionar como desarrolladores de producto, prestadores de servicios, pero sobre todo, como consumidores.
Por Sofía Félix
Foto de Martí Sans España
Hemos escuchado y leído por todos lados que este momento de la vida es una especie de “pausa” necesaria. Pero… ¿cómo pausar si el negocio debe seguir? Simple. Realmente haciendo un esfuerzo de respirar profundo, tratar de planear de manera eficaz y no reaccionar. Hay dos reglas doradas que sin duda son lo más valioso que he aprendido profesionalmente. Una la aprendí trabajando en retail y la otra, en tendencias. La primera es: Poner al cliente al centro de todo. Se que de unos cinco años para acá esta idea ha cobrado fuerza y repetición sobre todo por temas digitales, pero es un mantra tan atemporal como sagrado que no se puede perder de vista jamás en cualquier rubro. La segunda regla es: La gente busca vivir de una manera y buscará consumir en consecuencia. ¿A qué me refiero con esto? Pregúntate: ¿Cómo se siente el consumidor ahora mismo? ¿Cómo busca sentirse? ¿Qué factores externos lo pueden estar presionando? ¿Qué necesita para sentirse bien? ¿Cuánto y cómo puede gastar ahora mismo en su escala de prioridades? Aseguro que en esas respuestas encontrarás la clave sobre lo que quiere consumir, cómo y a qué precio.
Es muy fácil caer en la continua sobresaturación del mercado una y otra vez, creyendo que tenemos la mejor idea entre manos, sólo para descubrir que otros varios cientos de empresarios o diseñadores tuvieron la misma idea y actuaron al mismo tiempo o hasta un poco antes. Pongamos como ejemplo los cubrebocas reutilizables. ¿Cuántos tienes ya? Entre regalos acomedidos, unas muestras de producción que debía autorizar y uno que compré en un inicio, tengo once en un abrir y cerrar de ojos. ¿Los necesito todos? No. ¿Quisiera otros? He visto algunos en redes sociales que me encantan y por un momento pienso en adquirir sólo para arrepentirme inmediatamente. Nuestra “nueva vida” va más allá del cubrebocas. Podemos hablar de él como el “accesorio del momento”, pero todos sabemos que tiene un ciclo de vida finito.
Entonces pensamos “¿Y cómo más puedo capitalizar el momento COVID para mi negocio?”.
Empecemos pensando en qué sabemos y partir de ahí. Sabemos lo siguiente:
- La gente está percibiendo menos dinero que hasta hace tres meses.
- Quedarse en casa no necesariamente significa un ahorro considerable.
- Un amplio sector de la población está trabajando desde casa y para cada vez más personas, este será una dinámica cada vez más común. Vestir para ello y trabajar en un espacio adecuado es de vital importancia.
- La gente quiere evitar los espacios cerrados y proximidad con extraños en medida de lo posible. Por ende, está buscando alternativas de transporte.
- La gente está cocinando en casa mucho más que antes.
- La gente busca romper la dinámica entre trabajo, descanso y diversión dentro de su propia casa.
- A (casi) todos nos gusta estar cómodos.
Todos estos cambios temporales y permanentes en el estilo de vida de algunos segmentos poblacionales aceleran cambios en la manera en la que buscamos vestirnos. En la CDMX, Insurgentes está estrenando carril de bicicletas. Existe un claro esfuerzo por volver nuestras ciudades más inclinadas hacia el transporte en dos ruedas, motorizadas o no. La compra y uso de bicicletas y motos tiene crecimiento de triple dígito a nivel mundial. Nadie quiere llegar sudado a su junta ni con el pantalón rasgado por un pedal. Piensa en cómo puedes servir con producto a quien se desplaza a su trabajo de esta manera, quiere hacerlo fresco, cómodo y con look apto para el trabajo. Los materiales son primordiales y la tecnología textil no siempre es la respuesta: llevamos una década expuestos a las bondades del athleisure y sus avances textiles; usualmente eso incide en leggings incosteables. Pero miren cuánto se agradece que una prenda sea suave, respire, se pueda lavar en casa y requiera poco o nulo planchado.
Pensemos en producir con la máxima del diseño en mente: forma y función. Ropa sin tantos detalles, cómoda y que sirvan lo mismo para estar en el sillón viendo la tele, que haciendo un par de estiramientos rápidos y viéndose lindas en una videoconferencia (dentro de las cuales tanta gente vive hoy por hoy). Lo que adquiramos hoy, debemos poder seguirlo usando después del confinamiento. Piensa en prendas que agreguen valor a un guardarropa ya existente, que si bien ahora está en desuso, dentro de un tiempo volverá a usarse cotidianamente.
Finalmente, piensa en cómo te gusta consumir en estos tiempos: seguramente responderás que de forma segura, sencilla y rápida. Sin mayores complicaciones, interacción mínima, transacciones ágiles y entrega pronta. Esto no cambiará terminando la contingencia. Esto es uno de los hábitos que no querremos sacrificar como consumidores. Ten tu catálogo completo disponible en línea con precios, métodos de pago, procedimientos y tiempos de entrega. Cuando el consumidor batalla para concretar una compra, pierde interés en un segundo y tú, una o muchas ventas. Hoy por hoy, no se necesita más que las redes sociales para hacer esto y mantener clientes contentos mientras atraes a los nuevos.
Si bien no es época para frivolidades y debemos cuidar el gasto, poder disfrutar de las cosas agradables de la vida sabiendo que consumes inteligentemente siempre es motivo de satisfacción. ¿Cómo vas a capitalizar este momento?