El itinerante opina
Salagadoola menchicka boola bibbidi bobbidi… DUPE!!!!!!
Yo sé que sufres mucho y la vida se te va porque quieres comprar un botellín de Baccarat Rouge, aunque no tienes ni idea de a qué huele el mentado perfume, pero lo codicias únicamente porque le mencionan en una serie televisiva, de esas que el mundo entero llama, encuentra y siente como “aesthetic”, cuando lo buscas descubres su precio muy poco accesible para las masas, entonces quisieras que llegara el hada madrina de Cenicienta y te conceda la gracia de poseer todos esos perfumes de alta gama… No tenemos hadas disponibles por ahora, todas están ocupadas, pero tenemos a Papá Amancio.
Por Rapha Huerta.
Nuestra historia es tan vasta y tan sabrosa que podemos hablar lo mismo de Tapputi que de Kurkdjian, para muchos el segundo nombre suena y resuena, pero el primero deja a varios con cara de WTF… Tapputi fue la primera creadora de perfumes allá en los tiempos de los Jardines Colgantes de Babilonia, el puro nombre suena a antigüedad, esta alquimista tenía todos los medios porque su posición en la corte era privilegiada, fue lo que se dice una gobernanta y dama de compañía, la mujer de confianza de la familia real, considerada por muchos como la primera mujer médico cirujana y experta en extirpar mamas putrefactas (cáncer), también fue tachada de bruja -Lucifer haciendo de las suyas desde tiempos inmemoriales-, pero el mayor motivo de su fama era la capacidad para explotar y transformar los aromas de la naturaleza en los olores más bellos del mundo. En lugar de caldero, ella poseyó el primer alambique de la historia universal – si no conocen lo que es, investiguen, porque si les explico todo, a mí se me acaba la vida-, y fue la primera en configurar fórmulas riquísimas con flores, ciprés, cálamo y mirra. Sus perfumes eran productos muy costosos para preservar la belleza, la juventud y la buena salud, no para cubrir malos olores, las culturas más antiguas fueron limpísimas y depiladísimas.
Total que unos pares de milenios después, la perfumería es una industria gigantesca en la que se sabe que, como los perfumes franceses, no hay nada mejor, pero en pleno S. XXI eso ya depende del gusto de cada quien. Hace un buen par de décadas la moda dejó de ser costosa y exclusiva con la llegada de ZARA; la marca copista pionera de la industria que durante la última década comenzó a experimentar con aguas de tocador bastante genéricas hasta que decidieron trasladar la labor de copiar la moda hacia el área de perfumería. Era lógico y quizás, tardaron mucho tiempo en ejecutar el movimiento, ya que la española no es la única marca que fabrica y vende los llamados “DUPLICADOS”, pero tiene la ventaja de que las masas le aman con locura.
Gracias a estos dupes de marcas como Zara y Perfumérica y al súper exposure que les hacen en redes sociales, la gente ha comenzado a consumir sin culpa las “copias buenas” de los perfumes caros, claro, porque no es lo mismo comprar aromas económicos en Zara que en Fraiché México, la gente ve a Fraiché como una “marca para pobres” debido al nulo diseño de sus tiendas así como la ubicación geográfica de sus locales, emplazamientos populares, lo mismo la encuentras junto a una famarcia Simi que junto a una Zapatería Pakar, y eso que la empresa mexicana lleva la vida dedicándose a hacer copias de los perfumes más famosos del momento. El caso es que ahora perfumarte el cuerpo ya no requiere inversiones altísimas, el mercado te ofrece todo, solo tienes que decidir en qué mood estás, a lo mejor estás de humor como para pagar 8000 pesos por un Tom Ford original o 600 pesitos por “el clon bueno” made in Zara.
“Este perfume se parece a un Boucheron que tuve hace siglos”, me dijo una amiga esnobísima que tengo -mis amigas libanesas son las narices más feroces para elegir perfume-. Andábamos en una de las tantas tiendas de don Amancio, ella, gustosa compró la botellita que a duras penas rondaba los 500 pesos. Luego se dio vuelo y tomó una caja de cada dupe.
¿Qué te parecen?, me preguntó, “Es como Fraiché pero con botellas bonitas, más categoría y cajitas selladas”, iracunda dirigió la mirada a su bolsita de Zara y luego a mí, me ha dicho que soy un grandísimo p…dejo, porque le eché a perder la compra que tanto le había gustado. “Usa la copia que quieras, Zara o Fraiché, pero no lo subas a face, a menos que tu clon sea una verdadera joya”, le dije, su respuesta fue un sequísimo JA JA JA. Segundos después me volví loco, encontré la réplica del perfume Charlie de Revlon, que dicho sea de paso, jamás fue un perfume costoso, pero es tan icónico como el mismísimo Studio 54 porque era el aroma de la mujer moderna de los años 70; de día la perfecta working girl, de noche una flamante bailarina de discoteca. Pero que claro que por supuesto que lo compré, y claro que también me llevé la copia del Baccarat Rouge que me di de regalo por mis 35 años hace dos meses, llegué a casa y comparé, sí, se parecen y mucho… ¡¡¡PERO!!! Si ambas botellas se estrellan contra el piso haciéndose pedazos, le guardaré luto al original, porque tiene un encanto que ni el mejor de los dupes puede lograr.
Solo debes elegir si prefieres uno genuino o la imitación “hecha con buenos ingredientes”. Si compras el costoso, disfrútalo. Tal vez decides comprar ambos, ¿qué se yo? Personalmente he probado de todo, excepto Jaffra, Fuller o Avon… ¡Ja!, mis perfumes costosos me los pongo con singular alegría un domingo al despertar, eso de esperar una fecha especial para usar un buen perfume, no va conmigo, y es que, como dijo sabiamente el reconocido arquitecto Don Félix Sánchez -el flamante marido de Fusoni-: “Estar vivos es una ocasión especial”.
Atención hombres: usar 1 Million de Rabanne es como usar AXE de chocolate, pasó de popular a populachero.
Kiss Kiss, Hug Hug!!!
P.D. Si alguna vez se les atraviesa en el camino un “Agua de Hungría”, pruébenlo, es de romero, me agradecen después.
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