El itinerante opina

Maestros de moda chingones, no regalen su trabajo

Es bien sabido que diseño de moda es una de las licenciaturas que más curiosidad despierta entre los jóvenes de mente creativa, aunque a sus padres no les haga tanta gracia semejante y atrevida “cosquilla”, también es súper bien sabido que ésta es una carrera costosa, no solo porque las universidades que la ofertan en su cartera de facultades hacen negociazo con las colegiaturas, sino por la alta inversión económica en materiales que se requiere durante los  3 o 4 años que dura el proceso formativo.

Por Rapha Huerta.

Entonces, ¿por qué la enseñanza de moda está tan mal pagada? En la media de las universidades, si bien te va, te ofrecen 110.00 pesos por hora clase, en otras, 85… Los docentes modernos son vistos como pañuelos desechables, elementos reemplazables -que no comparables-. Hay tantas escuelas de moda que contratan a sus propios egresados nada más graduarse, precisamente porque ofrecen la ventaja de que, al ser novatos, el salario que se les ofrece puede ser mínimo.

Imagen tomada de Fashionista.com

Es impresionante el número de instituciones en las que el maestro no es visto como figura de conocimiento sino como un “compañero de mayor edad” al que los alumnos pueden tutear; una figura que debe agachar la cabeza ante cualquier capricho, queja o supuesta fragilidad estudiantil. Irónicamente, la gentileza de un docente es vista como debilidad pero al mismo tiempo la honestidad o sinceridad son entendidas como un ataque…

Daniel Pennac, el archi famoso maestro marroquí que analizó las fracturas del sistema educativo francés y que publicó su libro llamado “Como una novela” (1992), afirma que “a una escuela la hacen, primordialmente, sus profesores”. En el año 50 a. C., Cicerón expresó públicamente que aquellos que quieren aprender, primero deben enseñar, naturalmente, se refería a que el aprendizaje de los sofistas de aquellos días, nunca terminaba. Mientras tanto, nuestra mexicanísima princesa roja; La Poniatowska, ha afirmado que el trabajo de un verdadero profesor es desprenderse de todo cuanto sabe y conoce para entregarlo a los pupilos.

La clave ha sido dicha, la docencia es un trabajo que requiere una actualización constante, por supuesto, con una inversión económica que va a tono. Pareciera que las universidades que nos contratan, pretenden que nuestro ejercicio docente sea bajo la práctica socrática, o sea, gratis -fue el único que no cobraba, dicho sea de paso-, pero esto ni es la antigua Grecia ni nosotros somos él. El conocimiento en el mundo capitalista tiene un precio, mismo que ha sido pagado en tiempo y forma.

Imagen tomada de Parsons, The New School for Design.

La verdadera clave de ser un docente bien remunerado no está en los liceos, sino en nosotros: Debemos respetar nuestro trabajo y los conocimientos que aportamos, porque los que son buenos maestros, no se sientan a hablar del último video de Tik Tok, mucho menos a contar “éxitos profesionales” desde el yoísmo, los maestros buenazos de moda explican y enseñan moda, pero también se valen de la historia universal, de cultura, de costumbres, de música, de detalles históricos mundiales y también de lo que aprendieron en la incubadora de moda para ofrecer una experiencia redonda en el conocimiento. Y por último pero no menos importante, saben diferenciar la V de Valentino y la B de Balenciaga.

Cuando me fue ofrecido un diploma de excelencia docente, lo rechacé con el argumento de que un papel bellamente impreso no es estímulo suficiente, que yo prefería que se me hiciera un aumento de sueldo como es debido ya que han sido los propios alumnos quienes me nombraron como su mejor profe. Ese mismo fin de semana me ofrecieron algunas materias para el próximo semestre, diciendo que esperaban que me pusiera la camiseta. Decliné la oferta, la coordinadora, muy molesta, me dijo que no entendía mi negativa y el abandono a mis alumnos, que ella sabía que mí “income” principal no proviene de la docencia -como si eso fuera motivo para malbaratar mis horas clase-. “El buen trabajo y la calidad nunca se regalan” fue lo que respondí. Ahora su chamba es encontrar a otro docente, ojalá que no sea uno que para enseñar abusa de las diapositivas, porque si no tiene ese “apoyo” es incapaz de articular palabra… O peor,  habla de moda en tono de efemérides, sin ponerle ni tantita pasión.

Y es que esa es la más grande de nuestras cualidades, a los maestros buenazos de moda, nos apasiona enseñar porque el compartir con generaciones nuevas para nosotros no es una amenaza de próxima competencia sino un privilegio que nos permite expandir nuestro propio crecimiento.

Si eres un maestro chingón, no regales tu trabajo, mucho menos tu pasión. Cóbralos. De amor no se vive, de aplausos tampoco, mucho menos de un diploma impreso en couché mate. Si no eres un maestro chingón pero quieres serlo, honey, agarra un libro, ése es solo el paso número 1, el segundo es buscar a quien conozca y sepa más que tú para seguir aprendiendo.

Con cariño y respeto para grandes maestros míos y colegas:

Amancio, Ana Ibis, Morones (R.I.P), Martinique, Victoria y Francesca (ESMOD, 2002),

Prado, Lancheros, Saldaña, Camilo, Jacob y René.

Con mucho amor, particularmente para la maestra Rose Morgan, personaje interpretado por Barbra Streisand en The Mirror has Two Faces. Mi forma de enseñar la aprendí de ella en esa película.

 

 

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