El itinerante opina

¡A fuerza que visto mexicano!

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¡Una mentada de madre!  El texto publicado en la sección editorial del periódico Reforma este pasado 4 de agosto se lee como una tremenda mentada de madre. Justo en el momento en que la moda mexicana va caminando con una cadencia un poco más estable después de la pandemia, aparece esta columna firmada por la escritora y periodista Guadalupe Loaeza; autora de libros como Reinas de Polanco y Las niñas bien, que exhiben el estilo de vida y las lenguas viperinas de las hoy abuelitas de la alta alcurnia mexicana. La columna encabezada “¿Hecho en México?”  expone el punto de vista de Sofía, una niña bien de los años 80’s y personaje protagónico del libro ya mencionado, quien exclama con pasión su vergüenza por el diseño mexicano, calificándolo prácticamente como basura y asegurando que esa ropa tiene un mejor destino. Verdaderamente consternado,  me comuniqué con Macarena López Yturbe de Moctezuma y Negrete, coetánea y conocida de Sofía, para descifrar sus absurdos y ofensivos planteamientos de “¿Hecho en México?”

Por Rapha Huerta.

“¿Sabes qué es lo que más me molesta? Que siendo siempre tan avispada, solita se fue a dar en la madre, ¿Me explico? O sea, incomodó a casi toda la industria de la moda, pero si prestas atención y lees con calma, te das cuenta de que mi Sofi le confirma al país entero aquello que hace muchísimos años expresó mi ex prima política, la princesa Ira von Furstenberg… La Furstenberg se dejó decir que las mujeres mexicanas de sociedad éramos de hueva porque solo abríamos la boca para hablar de la servidumbre, que éramos sosas, sin tema de conversación, sin mundo y que para todo dependíamos del marido. Nos tachó de trepadoras, huevonas e inútiles. Las señoras bien de México fueron la burla del mundo… Ira von Furstenberg y su marido, Alfonso, trajeron la concesión de Volkswagen a México, la señora llegó a vivir a San Ángel creyendo que encontraría mujeres de sociedad refinadas y libres, en su lugar encontró esposas preocupadas por el qué dirán. Y con esto que Sofía le acaba de contar a Guadalupe Loaeza, y que para colmo Guadalupe lo publica en el Reforma, ¡Pues que forma tan vulgar de confirmarlo!”.

“Leí la dichosa columna una, dos y hasta 10 veces, te juro que no doy crédito a lo que leyeron mis ojos, o sea, fuimos juntas al colegio y la quiero, peeeeeeero… ¿Qué onda con su tono clasista y con eso de que toda su ropa es importada porque la moda mexicana es casi casi una porquería? Dios mío, mi Sofi se quedó atrapada en el tiempo y cree que su forma de expresarse es hilarante, además está claro que desconoce totalmente lo que acontece en el presente de la moda mexicana, habló por hablar por segunda ocasión. Sí, por segunda ocasión… Hace un par de años, en el 2016, creo, el periódico Reforma hizo un FASHION DAY; una jornada de mesas redondas en las que se dialogó sobre el presente y el porvenir de la moda mexicana, lo hicieron en la sede del periódico. Fueron varios a participar, recuerdo a Jeanette Klein, a Gustavo Prado, a Sara Galindo y Lupita Loaeza ¡of course! Anna y tú también estuvieron presentes… Bueno, acuérdate que Sofi subió al estrado y después de que los ponentes compartieron su expertise en los negocios de moda, en networking y tendencias, Sofía se puso a hablar que si del broquel en la solapa del saco, que si el buen vestir, casi casi  de que hace un siglo las señoritas eran muy educadas… La gente con cara de “¿What the fuck con esta ñora?”. ¡Hazme el bendito favor! Todo ese discurso agrio nada tenía que ver con el tema de las charlas, pero como es amiga de Loaeza y ella escribe para el Reforma, pues, la pusieron en un panel… de relleno”.

“Te juro que no todas somos así de groseras ni pretenciosas, claro que hay muchas igual o más estiradas que ella. Yo, claro que compro diseño mexicano, mi hija Leonor, por ejemplo, es súper fan de Francisco Cancino desde que estuvo en Yakampot, sus desfiles, ¡de lo mejor! Hasta la fecha sigue yendo con él. Mis nietas Arantxa y Jacinta, que viven en Guadalajara, son fanáticas de Alfredo Martínez. Mis amigas Concha de Polignac, Gertrudis Larrea, Ruth Henkel, Raquel de la Madrid y yo, compramos donde nos da la gana y porque nos gusta, si nos encantó algo de Julio, lo compramos, ¿que nos gustó algo de Ivonne? Lo compramos, también vamos con Macario y a Palacio ¿Qué nos queremos ir a París a gastar? Nos vamos, ¡pero ojo! Eso de que compramos como ricas para que nos dure como pobres… no m’ijo, las ricas ni nos fijamos en el precio, que me perdone mi Sofi, pero no. Nuestras nietas también acuden a muchos diseñadores mexicanos y hasta se han metido a trabajar de PR con algunos de ellos“.

“A mí me da muchísima pena que una señora como Sofía se exhiba a sí misma como una mujer que, bajita la mano, mira muy por encima del hombro a los demás… Eso es ser chinga quedito y es feísimo. Nada más le faltó decir que la gente del Sonora Grill hace muy bien en sentar a los blancos en un lado y a los morenos en otro, porque de seguro, todos los blancos van vestidos en Armani y los morenos van de Suburbia, ¡Qué manera de irse de boca! Por no decir una palabra más fea… Cuando llegué a la parte del texto donde dice que las únicas prendas que compra hechas en México son los uniformes del servicio y los trapos de cocina… ¡Te juro que aventé el periódico! Sofía barrió parejo, sobajó a todos”.

“Eso de que la cajera del banco le preguntó por su saco, ni al caso… ¡A duras penas las cajeras de hoy tienen tiempo y ganas de mirarte a los ojos con lo cansadas que están y además, les viene valiendo madre lo que usamos! Y qué oso eso de andar ventilando que las amigas nos traían los encargos de los Estados Unidos, que lo supere, ya pasaron taaaantos años… ¿Leíste la parte donde dice que le regaló un traje “Hecho en México” a su marido, que se hizo feo y que mejor se lo dieron al chófer y que el señor estaba feliz con su regalo? Como diciendo que las personas que trabajan al servicio de una casa no merecen más que eso porque no conocen o no han tenido una vida mejor. Dime tú si eso no es ser grosero… burlarse así de ellos es una bajeza de proporciones desmedidas. Decir que todo el diseño mexicano es de pésima calidad es ignorar lo que sucede en las áreas creativas de tu propio país y el esfuerzo que muchas marcas y diseñadores independientes hacen para mantenerse en el negocio, y agregar que ésa ropa mejor se la regala a una camarera o a un conductor es digno de un individuo retrógrada y hostil. Pensar que se te acaba la vida si no puedes usar ropa importada, habla de una mentalidad y existencia empobrecidas, yermas”.

“Ahora te digo que, con esto de ponerse a criticar hasta la vestimenta de figuras políticas, que porque portan ropa ya muy usada, la deja todavía peor del mal parada, subió al cadalso por voluntad propia… Sí, porque en realidad todo el discurso de Sofía está igual de viejo y arrugado que los trajes que tanto critica, así que Sofi y el señor tienen algo en común”.

¿Sabes? A veces me da la impresión de que este statement fue toda una artimaña de Sofía para llamar la atención. Yo nunca he sabido que los diseñadores mexicanos hagan fila para vestirla, ni los de hace treinta años ni los diseñadores de hoy. En los desfiles del ‘Mercedes’, a la única señora bien que recibían con vítores era Viviana Corcuera, guapísima como siempre, of course. También me llama la atención que el periódico Reforma publique algo tan fatuo como lo declarado por Sofía, sea personaje o no. Yo le diría a Sofía, como dicen mi hija y nietas: ‘¡A huevo que visto mexicano!’.

Ilustración de George Lepape, 1920.

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