Moda

¿Será que la moda sustentable realmente lo es?

 ¿A partir de cuántos rollos un material textil o sintético que sea sustentable deja de serlo? ¿Cuál es la huella de carbono real que justifique llevar todos estos materiales por el mundo para proteger el planeta?

Cada que se habla de salvar la industria de la moda de la contaminación que ésta produce, aparece siempre la algarabía de haber encontrado una alternativa pero nadie está dispuesto a mencionar “the big elephant in the room”. Si bien es cierto que el desarrollo de estos materiales puede ayudar en algo al sistema, parte del problema es que no representan una solución al escenario completo.

Por René Marcov / renemarcov@gmail.com 

La cantidad de contaminantes y residuos que la industria incorpora al ambiente es difícilmente calculable, y el número de víctimas que sufren las consecuencias de esta manufactura desmedida puede contarse en miles, no solamente por el maltrato y condiciones de trabajo insalubres del que son objeto los trabajadores de la industria textil y de moda en el mundo; sino también porque pesticidas, colorantes y metales pesados se incorporan de forma directa a los suelos, ríos y cultivos donde esta gente lleva a cabo sus actividades cotidianas, provocando enfermedades crónico-degenerativas que son la prueba más clara de la toxicidad de una industria veloz y voraz como un destructivo monstruo.

Teniendo en cuenta la complejidad de este escenario, se necesita pensar en soluciones integrales que consideren la mayor cantidad de variables y las hagan funcionar en conjunto. La cuestión es que se pretende darle la vuelta a un sistema perfectamente establecido dejándolo exactamente como está; se ha convertido en un fenómeno de comercialización desmedido que busca que más gente compre más ropa al mejor precio posible la mayor cantidad de veces.

Hace algunas semanas Grupo Inditex, uno de los gigantes del fast fashion, ha anunciado con bombo y platillo que pretende cambiar sus materiales a unos más sustentables, como si eso mágicamente mejorara la cantidad de contaminantes emitidos durante la distribución de materia prima y producto, desapareciera sus excedentes que inundan países en vías de desarrollo acabando con la industria de la manufactura local o garantizara condiciones dignas para los productores de las toneladas de materia prima. Lo mismo sucede con los otros conglomerados de moda; se sujetan con todas sus fuerzas a las etiquetas verdes que sirven para atraer a nuevos consumidores pero ninguno de ellos está dispuesto verdaderamente a desacelerar el modelo productivo.

Los consumidores también participan activamente en la aceleración de la industria que les ofrece más artículos de moda venidos de oriente, a un precio mucho menor y pocos están preocupados por rastrear el origen de sus prendas, las condiciones de trabajo de quienes producen los insumos y los manufacturan. Lo único que importa es el “valor moda” que una pieza nueva puede agregar al guardarropa cada día.

La moda sustentable se ha vuelto el altar donde todos pasan a santiguarse, por mera apariencia social y oportunidad mercadológica, mientras que lejos de él siguen agraviando al planeta.

Mucho se habla del compromiso de las grandes empresas por mejorar el impacto ambiental de la industria de la moda, pero poco se piensa en las pequeñas acciones con que podemos crear cambios positivos fácilmente replicables en nuestros círculos cercanos:

  1. Entender la importancia de la descolonización del diseño. Lo que viene de afuera no tiene más valor que aquello que se produce en México, mientras no logremos comprender que el nuestro país se produce producto de calidad tanto en manufactura como en diseño y sigamos trayendo producto extranjero por considerarlo mejor, seguiremos impactando de forma negativa el medio ambiente pues la cantidad de combustible quemado para traer mercadería produce una cantidad aún mayor de contaminantes.
  2. Consumo que apela a procesos y materiales locales. Adquirir productos diseñados y elaborados en nuestras ciudades no solamente incentiva las economías locales y el bienestar social, sino que se genera menos impacto trabajando con materiales producidos in situ. Si para crear la fantasía de lujo y glamour relacionados con la moda nos hacen falta materiales extranjeros, nuestro trabajo como diseñadores está mal hecho y los consumidores lo verán igual si no hay una culturización al respecto.
  3. Conciencia sobre la cantidad. Más ropa no necesariamente aporta más “valor moda” a un guardarropa. Los guardarropas se hacen cada vez más grandes sin pensar en el impacto ambiental que esto genera. Tenemos nuestro closet lleno de ropa que ya no nos gusta, ya no nos queda, ya no está de moda, y lo seguimos llenando de prendas que usaremos poco, ya sea porque el estilo nos aburre o porque las prendas están desde el inicio diseñadas para no durar.
  4. Apostar por la calidad. Para lograr desacelerar la industria no hace falta mucho más que apostar por una manufactura excelente con materiales de primera calidad que estén destinados por su diseño a durar para siempre; no es casualidad que antes de la invención del fast fashion la ropa de nuestros padres y abuelos pudiera pasarse por generaciones.

La Moda no necesita pequeñas soluciones; necesita cambiarse el paradigma del consumo actual y establecerse nuevas filosofías que inviten a los consumidores, a los medios, a las marcas y diseñadores a preguntarse cuál es su papel dentro de esta problemática para poder atacarla de forma conjunta.

 

 

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