Hace menos de doscientos años, una moda peligrosa se extendió por todo el mundo, llevando consigo un riesgo mortal para aquellos que la adoptaron. No solo resultaba corrosiva para la piel, sino también para otros órganos vitales como los ojos, la boca e incluso los pulmones. Detrás de esta tendencia letal se encontraba un culpable insospechado: el color verde Scheele, derivado del arsénico, que una vez fue elogiado por su brillo sobrenatural pero pronto demostró ser una elección fatal. moda.
Algunos de los peligros químicos de la moda del Siglo XIX, fue el verde Scheele, conocido así en honor a Carl Wilhelm Scheele, el químico farmacéutico, sueco y alemán que inventó un colorante artificial, de color verde esmeralda, el cual era muy brillante y hermoso, el cual fue elaborado mediante un proceso de calentamiento de carbonato de sodio y óxido de arsenio, lo agitó hasta que la mezcla se disolvió, y luego adicionó sulfato de cobre a la solución final de este pigmento, el cual se le nombró como green Scheele y lo patentó en 1775, este color se convirtió en una elección popular para teñir telas y prendas. Sin embargo, a mediados del siglo XIX, se hizo evidente que este color tenía efectos corrosivos en el organismo humano.
La moda de la época estaba plagada de peligros: desde calcetines teñidos con anilina que inflamaban los pies hasta maquillajes de plomo que dañaban los nervios de las mujeres. Los sombrereros que usaban los caballeros en particular, sufrieron las consecuencias devastadoras del mercurio utilizado en la fabricación de sombreros de fieltro, lo que les valió el infame apodo de “locos como sombrereros”, ya que afectaba al cerebro y causaba temblores, alucinaciones y locura.
Posteriormente en 1814, otro pigmento verde llegó al mercado el Esmeralda París Green, era el nombre que se le dio a un compuesto con propiedades insecticidas, descubierto en 1808, el arsenito de cobre se usaba para matar ratas en las alcantarillas parisinas en un principio, no se comercializó como pesticida, sino como un pigmento para tintes debido a su color verde, intenso que con el tiempo se decoloraba, para obtener ese peculiar verde se logró añadiendo un poco más de arsénico, lo que lo volvía todavía más tóxico.
La toxicidad del pigmento, hecho con el verde esmeralda, no se reconoció inicialmente hasta que se publicó la receta en 1822, pero no hubo una gran diferencia ya que la gente no conocía o entendía la gravedad del efecto que podía producir el arsénico, es por ello que todavía estaban dispuestos a usar este tinte tóxico. En la actualidad, sabemos que el arsénico es una sustancia altamente tóxica que causa lesiones en la piel, vómitos, diarrea, y en algunos casos, cáncer; en el siglo XIX, era tan omnipresente como el plástico, llegando a los dulces, el papel, los juguetes y las medicinas, por lo tanto que se usara como tinte para ropa y accesorios, no era para nada extraño.
La preocupación pública por el arsénico en la moda, condujo a su progresiva eliminación, en países como Francia, Alemania y Escandinavia prohibiendo su uso y acelerando el desarrollo de tintes sintéticos, para así facilitar el abandono del arsénico en favor de opciones más seguras.
“Así que la próxima vez que admires la elegancia del siglo XIX, recuerda que la belleza tenía un precio muy alto”